Su nombre entero era Poncio
Pilato (Mateo. 27:2).
Poncio, en lat. «Pontius»,
indicaba su relación, por descendencia o adopción, con el «gens» de Pontii. Pilato
podría derivar de: «Pilatus», "armado de «pilum», o jabalina"; también podría
provenir de: «Pileatus»," llevando el «pileus», gorro de fieltro", emblema de la
libertad, reservado al esclavo libertado.
Quinto procurador de Judea, a
partir de la destitución de Arquelao por Augusto, en el año 6 d.C. Por medio de la influencia de Séjano, fue designado procurador de
Judea por Tiberio, hacia el año 26 d.C., para suceder a Valerio Grato.
Llegó a Judea el mismo año de su
nominación. Su esposa lo acompañó (Mateo. 27:19). Durante mucho tiempo la ley
romana no autorizó a que un gobernador llevara a su esposa a una provincia no
pacificada, pero Augusto sí lo permitió (Tácito, Anales 3:33).
En contra de la política de los
procuradores precedentes, Pilato envió a Jerusalén un destacamento militar con
sus enseñas. Ordenó que se entrara en la ciudad por la noche, con las enseñas
provistas de águilas de plata y de pequeñas imágenes del emperador, para
provocar a los judíos. Una buena cantidad de ellos acudió a Cesarea, la
residencia del procurador, para exigir la retirada de las enseñas. Pilato
intentó intimidarlos, pero, al ver que estaban dispuestos a dejarse matar en
masa, accedió al final a su petición (Ant. 18:3, 1; Guerras 2:9, 2 y 3).
Más tarde tomó del tesoro del
Templo el dinero sagrado (corbán), para emplearlo en la construcción de un
acueducto para llevar a Jerusalén el agua de las regiones montañosas del sur de
la capital. El uso secular de un dinero consagrado a Dios provocó una
sublevación. Cuando el procurador llegó a Jerusalén, los judíos asediaron su
tribunal. Pilato, enterado ya de la rebelión, mezcló entre la multitud a
soldados disfrazados, escondiendo garrotes y puñales. Cuando la agitación llegó
a su paroxismo, Pilato dio la señal esperada por los soldados. Numerosos judíos
murieron asesinados o atropellados por la multitud al huir. No parece haberse
dado otra sedición. Pilato finalizó el acueducto, pero se hizo odioso a los
judíos (Ant. 18:3, 2; Guerras 2:9, 4).
Cuando estaba en Jerusalén, se
alojaba en el palacio de Herodes. Hizo colgar después unos escudos de oro,
cubiertos de inscripciones idolátricas relativas a Tiberio, aunque sin la
efigie del emperador. El pueblo suplicó en vano a Pilato que los quitara. Los
nobles de Jerusalén enviaron entonces una petición a Tiberio, que ordenó al
procurador que llevara los escudos a Cesarea. (Filón, «Legat ad Gaium», 38).
Una carta de Agripa I, citada por
Filón, presenta a Pilato como un hombre de carácter inflexible, tan implacable
como obstinado. Agripa temía que los judíos fueran a acusar a Pilato ante el
emperador de corrupción, violencia, ultrajes al pueblo, crueldad, ejecuciones
continuas sin previo juicio, y atrocidades carentes de sentido.
Pilato era procurador cuando Juan
el Bautista y Jesús comenzaron sus ministerios (Lucas 3:1).
Los procuradores de
Judea acudían habitualmente a Jerusalén con ocasión de las grandes fiestas,
durante las que se reunían multitudes de judíos. Es posible que fuera durante
una de estas solemnidades que Pilato derramó la sangre de algunos galileos en
la zona del Templo donde se ofrecían los sacrificios (Lucas 13:1- 2).
Los
galileos eran propensos a exaltarse durante las fiestas (Ant. 17:10, 2 y 9).
Los ejecutados por Pilato habían intentado seguramente iniciar una sublevación.
Es indudable que una ejecución tan sumaria de algunos de sus súbditos
enfurecería a Herodes Antipas; fuera cual fuera la causa de la enemistad entre
él y Pilato, el rencor de Herodes se apaciguó cuando el procurador reconoció la
jurisdicción del tetrarca en las cuestiones concernientes a galileos (Lucas 23:6-12), lo que sucedió cuando hubo el proceso al Señor Jesús.
CONTINUARA
Tomado del Diccionario Bíblico Ilustrado CLIE pagina 740-741